Alérgico al trabajo, se jacta de llevar 36 años chupando del Estado alemán, aunque al fin ha decidido hacer algo y se ha metido a estrella del pop |
"las ojeras ya me cuelgan tanto como mis guevos" Ha cumplido 54 y se jacta de llevar 36 años sin trabajar. Se considera a sí mismo «el parado más feliz de Alemania». Una vez trabajó, durante cinco semanas, pero cayó literalmente enfermo. «Era horrible, tenía que ir cada día a la misma hora. Había un jefe diciendo que hiciéramos cosas, y gente de mal humor. Definitivamente, aquello no era soportable...», recuerda Arno Dübel , todavía espantado por la experiencia traumática de su primer trabajo, que le causó fiebre y una baja médica prolongada a la que siguió el paro y, finalmente, la ayuda social de 359 euros mensuales a la que se suma el alquiler de su vivienda y los gastos de calefacción, agua y electricidad, también pagados por el Estado alemán. «Me va muy bien así, mucho mejor que trabajando. Tengo mi dinero y disfruto de mi tiempo. Sin duda, es lo que más me conviene», responde resuelto Arno a quien se sorprende por su falta de interés en la búsqueda de empleo. «¿Trabajar? ¿yo? ¡Qué dice! No sería razonable...». Saltó a la fama cuando celebró una fiesta por su 30º aniversario como parado. La laboriosa Alemania, escandalizada, siguió en directo, a través de un programa de televisión de RTL, los intentos de la Oficina Federal de Empleo por solucionar la situación. Sin formación alguna, Arno fue llamado a trabajar en una serrería, como reponedor de un supermercado y como limpiador en una perrera municipal. En ninguno de los tres empleos duró más de 24 horas. Su escasa fuerza física no le permitía cargar tablas ni arrastrar los bloques de paquetes hasta los estantes. En la perrera, sencillamente, no pudo evitar vomitar. Al final de cada una de las jornadas de prueba, se despedía con los mejores modales: «Ha sido un placer, lo siento, me encantaría trabajar, pero no puede ser». A la presión de la oficina de empleo se sumó entonces la de su familia. Su hermana Tamara se empeñó en buscarle empleo, pero el resultado fue el mismo: tras pasar unas horas realizando cualquier actividad, o bien los responsables de la empresa llegaban a la conclusión de que aquel tipo daba más problemas que los que resolvía, o Arno caía enfermo. Y con el certificado médico en la mano (mareos, jaqueca, sensación de agotamiento...) tiene derecho a seguir viviendo de la ayuda social, según la generosa legislación alemana. Hace unos días Arno volvió a los titulares porque, finalmente, había decidido hacer algo. Quería ser estrella pop y lanzó un videoclip en Youtube, aferrado a una lata de cerveza y entonando un estribillo, eso sí, sin levantarse del sofá. Este primer paso voluntario en la actividad profesional ha sido su ruina. Quería cobrar 1,29 euros por bajar la canción de internet y, apenas han tenido noticia las autoridades, han reducido su ayuda social en un 30%. |
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